(Resumen del curso 2015 - 2016) | |
Programa completo del curso | |
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Comenzamos nuestro curso en la segunda mitad el Seminario V (1957-58) de Lacan sobre Las formaciones del Inconsciente, retomando la articulación entre el grafo del deseo y el esquema R de Lacan, remarcando en ambos el registro Imaginario que conforma la Banda de Realidad como efecto de su doble vertiente estructural simbólica. Preparación del análisis de la otra gran formación del inconsciente, el sueño, en tanto este se presenta como mensajes articulados fundamentalmente en imágenes. Revisamos el término de alucinación en relación con las percepciones-signo de Freud, las leyes significantes subyacentes en ellas y su papel en el sueño. La satisfacción que se produce en la formación onírica y la dialéctica entre la identidad y diferencia en los principios de Placer y de Realidad. Vimos los primeros apuntes respecto a la multiplicidad de objetos que, sin embargo, apuntaban a la ausencia de objeto. Para profundizar en esa composición simbólico-imaginaria tomamos el desglose en subtriángulos a partir de los tiempos propuestos por Lacan en su esquema R como eje de los tres momentos del fantasma "Pegan a un niño" correlacionándolos con los tiempos de la estructuración del sujeto desde esa primera realidad ficticia, pero con efectos reales, de la primera imagen propuesta por el Otro, hasta la generalización del necesario pasaje por la Ley del significante, promoviendo esta la reversión del sentimiento y del objeto sobre el que cae la férula paterna y que permitía dar cuenta, de forma lógica, del segundo tiempo de este fantasma en la que el observador se coloca como objeto de ella. Se plasma así esa doble intersubjetividad entre un semejante, el hermanito, y el Otro como representante de la ley de la palabra, del significante. Por otro lado este análisis nos permitía dar cuenta de la vertiente perversa, masoquismo primordial, en la que se constituye el sujeto humano y de las intrincaciones-desintrincaciones entre la Pulsión de Vida y la Pulsión de Muerte. Todo ello teniendo como operador, en après-coup, al falo. Nos fuimos a Gide en quién no sólo encontramos esos elementos perversos masoquistas sino la relación de estos con lo que Lacan articulaba en esa época como dos deseos: uno referido al deseo materno como falo imaginario; otro como aquel que intenta ir más allá de este, que se vincula a otra cosa apuntando al Falo Simbólico y proyectándose en un Ideal. Desde esta perspectiva y habiendo diferenciado ya formalmente la distinción entre Demanda del Otro primordial y deseo de otra cosa enlazado a la función de la Metáfora paterna, abordamos el sueño de la bella carnicera de Freud, revisado por Lacan y su doble planteamiento dinámico entre las identificaciones del yo del sujeto y su necesidad estructural de rechazo de las mismas. Búsqueda de reconocimiento e inscripción en un Otro, con características de sujeto, de ese más allá del yo inicial. También el caso Dora nos sirvió para ubicar estructuralmente ese deseo de deseo insatisfecho en la histeria. Después nos fuimos a "La significación del falo" donde Lacan diversifica este significante privilegiado del deseo en una función bajo la cual caerá lo significable de la sexualidad humana (ser/tener), así como la función misma de significación de la palabra respecto a la creación de significado, remarcando a su vez, el resto que se produce en lo significable. Acabamos aquí el Seminario V y comenzamos el Seminario VI (1958-59): El deseo y su interpretación. Comenzamos por el planteamiento lacaniano de la vertiente conflictiva y la presentación velada, defensiva, del deseo humano. Nos adentramos un poco en el deseo en su marco filosófico, para pasar de nuevo al grafo y la ubicación del deseo en psicoanálisis en él. Tres tiempos necesarios en su composición hasta la fijación en un fantasma. Lo reprimido dando vueltas en el piso de la enunciación perturbando el mensaje en el nivel de la demanda, es decir, el síntoma. Nos adentramos también en los conceptos necesarios para poder abordar los sueños con sus mecanismos: la elisión, la supresión, sustitución y represión. Seguimos de cerca estas operaciones con el sueño "del padre muerto" comenzando por la elisión del "según su deseo", en el que, sin embargo confluyen dos deseos y éstos serán una de las claves para poder ubicar correctamente la operación de represión. Las funciones de la metonimia y la metáfora comienzan a servirnos de guía en su diferenciación y articulación entre los sueños infantiles y los de los adultos. El sueño de Anna Freud nos situaba entre esos dos momentos, correspondientes cada uno a un tiempo estructural del sujeto, en el cual la metonimia de los objetos soñados, pero también la articulación verbal de su nombre, intentaban abrirse camino hacia ese lugar de inscripción en el Otro como sujeto de la enunciación, y en ese intento, la deformación está presente, aunque no conseguida totalmente. Siguiendo con el tema de la deformación, la pusimos en relación con la censura y la represión. Lo interdicto articulaba ambas posibilidades y nos conducían a la necesidad de borramiento del yo del sujeto en esa búsqueda de nueva representación y deseo del sueño, pero también se hacía necesario que la censura del Otro bajara la guardia. Encontrábamos aquí esa frase del sueño del padre muerto, "pero él no lo sabía". El saber del Otro está barrado, los padres no leen su pensamiento y pueden ser engañados, lo cual le permite al sujeto colar algo de él. Así los distintos tipos de negaciones nos conectaban con las formas que pueden ser empleadas en esos pasajes de deformación, como la elisión o doble negación que se plasma en ese sueño y que conciernen al propio sujeto: una la que hace sostener la enunciación a otro, el padre; otra la que le hace sostener el no-saber en la frase misma del sueño. | |
María José Muñoz |